El baile del amor ciego del Lobo y de la Bruja - Historias de verano.

17 / 12 / 2018

En la montaña donde son bien arraigadas las raices, las leyendas y la Historia aùn danzan juntos. Una noche ociosa de verano, en una de esas dònde sales de casa para buscar algo, sin saber què, me parè en una taberna del pueblo viejo. Era una taberna llena de humo, ruido y alcohol, frecuentada por mineros y vagabundos, por mujeres bellas como hadas y por hombres listos como zorros.

En una esquina estaba un señor que fumaba una pipa, con una barba larga y desarreglada que parecìa viejo como el Tiempo. En medio de gritos y risas, el hombre de barba blanca empezò a hablar y, magicamente, cayò un respetuoso silencio.

“Habìa una vez una ciudad que se olvidò su historia: nacida por el amor entre Luna y Martes, sus pobladores no conocian sus origenes.

Luna era una mujer que sabia susurrar a los corazones de los hombres y con solo su mirada aliviaba los ànimos. Cantaba palabras que decian “los seres humanos son todos iguales” y sus cantos incitaban a la rebeliòn.

Los Dioses, guardianes del orden constituido, la acusaron que habia enamorarado y enloquecido a los hombres, y la hubieran seguido hasta donde les habria conducido; la culparon que las mujeres luego que le hablaban, se volvian rebeldes y endomables.

Luna, entonces, fue exiliada en el cielo: en las noches hubiera podido alumbrar, desde lejos, a los seres humanos que tanto amaba, pero jamàs hubiera podido pisar el pasto y respirar el aire de la Tierra. Le dijieron que era Bruja, aunque ella no conocia esta palabra, y fue expulsada.

Nacida libre y rebelde, Luna supo esperar y al momento apropiado preparò su huida: se habia dado cuenta que unas veces habia noches sin luz, donde nadie la podia ver en el cielo. Esperò, paciente, una de esas noches y bajò a la Tierra. Fue a visitar sus lugares mas amados: los mares, los rios, las playas y las montaNas. Finalmente llegò a un valle lleno de flores de lysis y ahì se perdiò ebria por  los prefumes que traìa un viento quieto y suave.

Caminaba tranquila sin darse cuenta que hace unas horas, un joven la estaba siguiendo, El jovencito se llamaba Martes, el famoso Dios de la Guerra. Pocos saben, sin embargo, que no siempre fue el jefe militar de los Dioses. En este entonces era joven y lleno de sueños, era un rebelde, poeta y guerrero, que con sus palabras y escritos sabia mover los sentimientos mas escondidos de los seres humanos. Por horas mirò a Luna: sabia quien era y queria conocer a la mujer que habia sido exiliada por los Dioses. Seguro de si mismo, se acercò a ella: Luna se espantò, pensò de haber sido descubierta. Instintivamente intentò escaparse, sin embargo Martes le tocò suavemente  la espalda y le dijo de no temer, el solo queria conocerla.

Aùn hoy en dìa Luna no sabe porquè se quedò, su instinto le dijo de quedarse. Hablaron toda la noche y casi sin darse cuenta se concedieron el uno al otro. De esta noche de locura germinaron los frutos de su Amor Rebelde. Asì nacieron las rebeldes y los poetas, los bailarines y las guerreras, los piratas y las corsarias, los locos, los inadaptados, aquellos y aquellas que no se adaptan a las miserias de este mundo. Nacidos por el fruto de una noche secreta y de ruptura de las reglas divinas, los hijos y las hijas veian el mundo en manera distinta: no les gustan las reglas y no respectan el Orden del mundo. Luna, por provocaciòn, llamò Brujas a sus hijas, por rebeliòn y desafio a sus amos. Martes, por su lado, eligiò regalar a sus hijos el poder del fuego y les dio el cuerpo del Lobo.

Parecia una de esas noches sìn fin, hasta que empezò a acercarse el amanecer. Luna empezò a ser inquieta: tenia miedo de ser descubierta y que la venganaza de los Dioses hubiera golpeado a sus hijos y hijas. Abrazò a Martes y le dio un ultimo beso: sabia que jamàs lo hanria vuelto a ver. El ultimo beso fue tan intenso y doloroso que los dos amantes tardaron demasiado: un rayo de sol rozò la cara de la bella Luna y los dos fueron descubiertos por Zeus, el jefe de los Dioses, que, sin embargo, no se diò cuenta de los frutos nacidos esta noche.

Luna escapò y corriò a recuperar su lugar; Martes dividiò en largo y ancho sus hijas y hijos, e les hizo prometer que nunca habrian buscado a sus hermanos y hermanas: el castigo hubiera sido la venganza divina.

Asì los lobos y las brujas se dividieron. Martes fue, entonces, a hablar con Zeus: le dijo que si no se fuera vengado de Luna, èl se habria vuelto el jefe militar de los Dioses y que habria defendido el poder constituido. El jefe de los Dioses sabia que, pese el ànimo rebelde, Martes era muy inteligente y valiente. Lo hizo Dios de la Guerra. Zeus, sin embargo, tenia miedo que el joven no se hubiese olvidado de su amor por Luna. Eligiò asì darle como esposa a Venus, la Diosa del Amor, la bella entre las bellas, la que todas envidian y que todos quieren. Martes, para no olvidarse de esa noche, quiso que fuera construido un templo a él consagrado en el valle de los flores de lys donde se habia consumado el amor de ellos. Alrededor del templo naciò una ciudad que no conocia su secreto.

Pasaron los siglos y Martes aceptò ésta nueva vida por miedo que Luna fuera castigada y por el terror que sus hijos fueran descubiertos y asesinados. Su amor reprimido se volviò rabia y provocò guerras y distruccion para desahogar su dolor.

Luna matò a sus sentimientos y aceptò de ver a sus hijos desde lejos, alumbrandelos el camino en las largas noches de invierno y de verano.

Martes por siglos pudo aguantar pero su inquietud nunca se fue. Defendiò el orden constituido, vigilò a las Brujas y a los Lobos e hizo que nunca se encontraran. Intentò amar a la caprichiosa Venere pero jamàs se olvidò de su secreto amor. Aquella que todos conquistaba, sentia que el Dios de la Guerra no la amaba y no toleraba que durante las noches de verano él rechazaba posederla y que se quedara por horas a vagar en los bosques y valles.

En una noche de estas noches, Martes no aguantò màs y quiso acercarse nuevamente a Luna.  Se hizo planeta, rojo como el fuego que lo quemaba y se fue a ella. Bella como nunca, era la Luna Roja de amor rebelde.

Mientras tanto en la Tierra los lobos y las brujas quedaron encantados por la luz roja de la luna y se despertò en ellos una energia antes adormecida, y entendieron que eran el fruto secreto de una noche antigua donde las reglas divinas no fueron respetadas. Desde cualquier longitud y latitud todos y todas empezaron a correr hacia donde les decia el istinto, el mismo que aconsejò a Luna de quedarse. Llegaron a un valle, dividido por un rio, lleno de flor de lys, donde en el centro se izaba un templo. Se pararon alrededor de la construcciòn y por la primera vez vieron a sus compañeros y compañeras.

Escucharon la mirada del otro, se miraron el alma, respiraron el sabor de la otra. Se reconocieron. Esa noche decidieron hacer un pacto de fuego y sangre. Quisieron desafiar a los Dioses y a los tìteres que sus hilos movian, que no permitieron vivir el amor rebelde del cual habian nacido. Era tiempo de destruir el Orden Constituido que les separa y que les oprimia.Empezaron con ellos mismos: dejaron de escuchar la voz que les decia de no acercarse al otro.

Un lobo con trotar seguro pero respectuoso, se acercò a una bruja.  Parò de ser cauto como siempre y se dejò acariciar por ella. La bruja, por su parte, por la primera vez acariciò a alguien con manos que estaban acostumbradas a poseer y controlar. Ella que poseia y que no se entregaba, que evitaba a todo costo la debildad, que desde siempre se habia sentido abandonada y que habia aprendido que las cosas, o los sentimientos que fueran, se agarran con la fuerza, no estaba acostumbrada a que alguien se acercara de esta forma. El lobo se acercò a ella como su par y no como sometido. Acostumbrada a escuchar solo su rabia, se descubriò màs tierna de lo que pensaba. Esa noche la bruja descubriò que no puede apoderarse del amor, sino solo se puede recibir.

Se levantò un viento fuerte y alrededor de los dos naciò un fuego magico. Unos lobos empezaron entonces a aullar a la Luna Roja, mientras unas brujas bailaban en ronda, otras empezaron a cuchichear antiguos y olvidados cantos.

Fuego magico y creador, fuego que quema y que crea. Llamamos a esta tierra un fuego que genere nueva vida y que barra los malvados y los de arriba. Fuego que acune nuestros sueños y que acarecie nuestras almas inquietas y pertubadas. Fuego de rabia y amor. Fuego de Amor Rebelde.

Desde el fuego salieron unos cachorros de lobos y pequeñas seres magicas: eran los hombres y mujeres que hubieran luchado por un nuevo mundo.

El Amor, sin embargo, se sabe que provoca Invidia, y la Envidia tiene como consejera a la Venganza. Venus habia observado a Martes y a Luna y todo lo que estaba ocurriendo en la Tierra y habia finalmente respondido a sus dudads recurrentes. Con palabras dulces y manipuladoras habia convencido a Efesto, que siempre envidiò al hermano Martes por tener como esposa la diosa del Amor, que era tiempo de castigar a los rebeldes.

Las brujas y los lobos no se habian dado cuenta qué ojos furiosos y vengativos estaban observando sus ritos. Alrededor del fuego estaban perdidos en sus danzas bacanas. Los titeres y los siervos de los dos dioses vengativos atacaron.

Fue una masacre.

Las aguas del rio se volvieron rojas de tanta sangre imparable que cayò. Pocos y pocas lograron escapar y muchos y muchas fueron hechos prisoneros. Los soldados ordenaron entonces a las brujas prisoineras de arrancar con sus manos el corazòn de los lobos, sino hubieran asesinados a sus hijos y hijas. Los lobos entendieron que sus sacrificios eran necesarios y ofrecieron el pecho: las brujas llorando arrancaron el corazòn de su amados.

Luego las marionetas de los dioses empezaron a quemar vivas a casi todas las brujas y sus gritos atormetaron a todo el valle mientras el olor de la piel quemada alcanzò a todos los seres viventes a distancia de kilometros. Ese fuego de creador se volviò destructor, les quemò.

Los siervos orderanon entonces a las brujas sobrevividas de llamar la lluvia para apagar el fuego magico: ya destruidas y sometidas, obedecieron. Asì aprendieron a obedecer a sus anzuelos, a quienes habian quemado a sus hermanas; les fue enseñado a vivir sometidas, pudicas y obedientes. Y eso transmetieron a las pequeñas brujas que habian nacido del fuego, se volvieron las velines y las sacerdotesas del Orden constituido.

Los fantoches del Poder dirigieron sus miradas hacia los pequeños y confundidos lobos: eligieron que les criariàn y que se volveràn una poderosa herramienta de control. Los llamaron “lobos de Dios”, dominicanos y les criaron pacientes. Les enseñaron a cazar a los lobos y a quemar las brujas. Llamaron herejes a los que eran sus compañeros y compañeras; los perros de Dios, sin embargo, nunca supieron eso y se volvieron el implacable brazo armado del Poder.

Desde lejos, los lobos que habian logrado escaparse habian visto las brujas arrancar a el corazon de sus similares. No supieron del sacrificio ocurrido y de las lagrimas caidas y se prometieron que jamàs hubieran permitido a manos de brujas de acarecierles la alma.

Las brujas que habian huido, por otro lado, escucharon hasta el ùltimo grito de sus hermanas;; el dolor fue tan grande que eligieron borrar por siempre esta noche de sus memorias. Enseñaron a sus nietas y sobrinas que su animal sagrado era el gato  y jamàs se acercaron a las almas de fuego.

Asì los lobos y las brujas se olvidaron de esta noche, sin embargo, nunca pudieron olvidarla totalmente. La bruja no sabe, en efecto, que cuando se encuentra con las otras y danza alrededor del fuego, recuerda esta noche perdida y espera que nuevamente un lobo se acerque a ella.

El lobo, por su lado, ignora que su instinto lo empuja a aullar a luna porque espera que  vuelva a ser roja de Amor Reblede y que nuevamente se renueve el pacto de amor y de fuego.

Esta es la historia del baile del amor ciego entre el lobo y la bruja de una noche de verano”

Cuando el hombre antiguo como el tiempo parò de hablar, en la taberna del pueblo viejo habia un ensodercedor silencio. Nadie se atrevia a decir una palabra, conmovidos, esperanzosos que no terminara aquí la historia. Sus deseos fueron acogidos y el hombre con la barba blanca volviò a hablar:

“El mismo Zeus, sin embargo, no habìa podido quedarse indiferente frente a la historia tragica de los dos rebeldes. Dejo a Martes ser planeta rojo y Luna el faro de las noches terrestres y les diò un dono: una vez cada siglo, Martes se hubiera acercado a su querida y  Luna habria vuelto a ser Roja.

En las noches de luna roja, en nuestro planeta tan devastado, los hijos y las hijas de Marte y Luna son perturbados por escalofrios ancestrales y los lobos, sin comprender el porqué, buscan a las brujas del cual desconfian; las brujas, por su lado, esa noche buscan seres para acariciarlos y no domar. Pero el miedo en ellos es fuerte y son pasadas muchas luna rojas sin que los lobos y las brujas siguieran su instinto: solo se miran desde lejos, sin acercarse.

Habrà una vez, sin embargo, que una noche de verano de Luna Roja, donde los lobos y las brujas elegiràn  seguir su istinto y volveràn a renovar el rito de sangre y de fuego que habia sigilado la rebeliòn de ellos al Orden constituido. Esa noche, pueden estar seguros, todo el mundo se darà cuenta de su encuentro. Cuando los oprimidos, las rebeldes, los que aman la vida, los locos, las erejes, los soñadores y las poetas se encontraràn, la Tierra temblarà, los volcanes derramaràn fuego, las aguas inundaràn nuestras seguridades. Las brujas cantaràn “por cuanto piensan ser absueltos, son todos implicados” y cada uno de nosotros tendrà que elegir con quien estar, si a defender el Orden o al lado de los hijos del Amor Rebelde.

Pero esa es otra historia que aùn tiene que ser escrita y que muchos esperan, quien inquieto quien paciente”

Y aquí, mis queridos, termina de veras la historia del baile del amor ciego entre el lobo y la bruja de una noche de verano.

Rojo Malpelo